Existen diversas formas especiales de comprar una vivienda más allá de la mera adquisición por parte del propietario al precio de mercado, como ya hablamos en su día del caso de la vivienda social. En este caso nos vamos a centrar en la cooperativa de viviendas.
Las cooperativas nacen de la necesidad del individuo de unir sus esfuerzos para alcanzar objetivos comunes, sobrevivir y mejorar su calidad de vida. Estas alianzas son tan antiguas como la propia historia del ser humano y, con el tiempo, se han ido perfeccionando cada vez más hasta formalizarse en contratos con validez jurídica.
Una cooperativa de viviendas es una sociedad cuyo objeto es el de adquirir una vivienda en las mejores condiciones de calidad y precio posibles. Este tipo de cooperativas se han consolidado en los últimos tiempos como una de las alternativas posibles para acceder a una vivienda asequible.
Normalmente, y debido a la complejidad que conlleva adquirir una vivienda a través de este tipo de sociedades, se suele utilizar la figura de una gestora de cooperativas, la cual se encargará de todos los pasos necesarios para entregar la vivienda a los socios.
Sus principales funciones serán las de proporcionar asistencia técnica, jurídica y financiera para que el proceso de adquisición de la vivienda sea lo más satisfactorio posible.
Aunque en cada país están sometidas a una legislación específica, podemos encontrar características y ventajas comunes a todas ellas:
Esta condición permite a los socios obtener las viviendas a precio de coste, ahorrando de este modo, y dependiendo del país, aproximadamente un 20 % de lo que sería el valor real de mercado.
Esto es posible porque no existe un promotor privado que obtenga un beneficio, sino que es la propia cooperativa la que adquiere esa función.
Otra ventaja de la creación de una cooperativa de viviendas es que los socios participan activamente en el diseño de su propia vivienda. Es decir, pueden decidir sobre cómo van a ser sus viviendas y las zonas comunes, ya que no les viene impuesto por las ofertas del mercado.
Los plazos de pago se suelen adaptar a las posibilidades económicas de los socios de la cooperativa, siempre que no se comprometa la viabilidad del proyecto.
Las decisiones se tomarán por mayoría, de modo que el valor de los votos de los socios será el mismo. Esto garantizará posibles desencuentros entre los mismos.
Pero como en todas las organizaciones y sociedades, siempre tiene que haber algunos aspectos negativos:
A diferencia de un proceso normal de adquisición de una vivienda, el cual se caracteriza por su relativa inmediatez, en una cooperativa de vivienda el plazo puede alargarse varios años dependiendo de la legislación de cada país y de las particularidades de cada proyecto.
EL precio podrá variar en función de las mejoras que establezcan en la asamblea los socios, de modo que habrá que tener en cuenta que el precio final seguramente no sea el mismo que el presupuestado al comienzo del proyecto.
La ventaja democrática que ofrecen las sociedades cooperativas de viviendas puede tornarse a veces en un inconveniente ya que, a mayor número de socios, más difícil será llegar a un acuerdo.
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