Mientras que las Villas romanas tienen su evolución tipológica en la Península Ibérica, las Casas Patio son típicas de la arquitectura islámica pero posteriormente se introdujeron en la Península. Ambas poseen características arquitectónicas diferentes pero se asemejan en sus usos y funcionalidades. ¿Quieres saber más? Te lo contamos a continuación.
La mayor parte de la población del imperio romano vivía en el campo. Las villas romanas eran de carácter rural y la mayoría estaban diseñadas para trabajos agrarios, ganaderos o industriales, es decir, tenían fines económicos derivados de su aprovechamiento agrario. A los romanos les gustaba vivir en contacto con la naturaleza y no les importaba llevar una vida modesta en este aspecto.
Cada una de las edificaciones se diseñaba según un tipo arquitectónico distinto, es por eso, que cada una de ellas estaba destinada a una actividad concreta: establo, cocina, vivienda de servicio o almacén, entre otros.
Estas estancias se construyen alrededor de la vivienda del principal dueño, la cual estaba centrada en un plano, en torno al cual se establecen las dependencias.
Los encargados de construir estas Villas romanas utilizaban materiales que tuvieran a su alcance, lo que hacía que en muchas ocasiones fueran poco resistentes. Destacamos piedra, adobe sin cocer o tapial con tierra y cal. Lo importante era que estas edificaciones fueran baratas, no daban tanta importancia a las cualidades estéticas. Sin embargo, en las zonas habitadas, utilizaban masa de yeso y mármol para revestir algunas partes más importantes y cal y arena para las de menor importancia.
Si el dueño era rico, se podían encontrar artes decorativas de muchos tipos, pero los más característicos son los mosaicos que se ponían en los suelos, con motivos mitológicos o con escenas de caza.
Después de la caída del Imperio Romano, muchas villas romanas fueron destruidas. En la actualidad, están catalogadas en España en torno a quinientas Villas romanas, algunas mejor conservadas que otras.
Te vamos a contar a continuación, las partes en las que habitualmente se divide una Villa Romana y la forma en que se organizaban sus diferentes estancias.
Si nos fijamos en su estructura física, siguen una organización interna basada en las normas clásicas de la simetría axial: un área en torno a la cual se sitúan las habitaciones y otras dependencias. En el centro se encuentra un patio central con una galería que da acceso a las zonas de vivienda, las zonas destinadas a los almacenes y otras zonas como lugares de culto. Es común que nos encontremos, en la zona destinada al baño, un conjunto termal y un sistema de calefacción que recorría los suelos de las habitaciones.
Si tenemos en cuenta su arquitectura, el patio es el principal elemento que permite traer el exterior hacia el interior. Ligado en sus orígenes a climas cálidos y soleados, este arquetipo alcanzó una condición muy variada que va desde palacios más lujosos hasta las viviendas más modestas.
Al igual que en las Villas romanas, las Casas Patio se organizaban alrededor de un patio que formaba la pieza central del lugar. A su vez, se dividían en zonas donde residían diferentes miembros del núcleo familiar. Se caracterizaban por el uso de elementos de la naturaleza, vegetales y acuíferos, que además de aportar frescor al ambiente servían como elemento decorativo.
Las Casas Patio surgieron ante la necesidad de disponer de un espacio privado para realizar actividades cotidianas. Eran espacios multifuncionales que se han utilizado a lo largo de los años por culturas muy diferentes entre sí pero con necesidades similares.
De igual manera, tienen el objetivo de enriquecer el espacio y ayudar a que la vivienda respire.
Las Casas Patio existen en casi todas las sociedades con rasgos claramente sedentarios, pero existen dos tipos de patio que es necesario destacar por su importancia dentro de la arquitectura.
En la antigua roma las clases altas solían tener dos patios principales. El primero se encontraba después del vestíbulo. Este patio se caracterizaba por estar a cielo abierto, solía tener un pequeño estanque y estar decorado con obras de arte o mosaicos. El segundo, era porticado, de mayor tamaño y podía tener elementos vegetales como palmeras, rosales o laureles.
Era un espacio de uso polivalente y característico de pueblos árabes por su naturaleza individualista e introvertida. Mediante el patio situado en la casa, las familias podían desarrollar sus actividades de sociabilidad familiar. Son comunes en los patios árabes los accesos en codo o sinuosos.
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